domingo, enero 15, 2006

Bueno, sigamos

Tenía preparada para mi próxima entrada una serie de esbozos acerca de algunas novedades sucedidas en el transcurso de la última semana, como por ejemplo la compra de mi sillón (al respecto les iba a comentar que el mobiliario en cuestión era tan bonito como incómodo. Esto había generado cierta discordia con mi contraparte afectiva debido a mi incapacidad de reconocer la falta de practicidad en mi última elección. Con el cuello duro, sólo me limité a defender mi versión vaso medio lleno de la vida y admitir como conclusión frente a este razonamiento lógico que entonces mi sillón era verdaderamente hermoso). También les iba a comentar alguna que otra cuestión sobre mis últimas actividades laborales y algún detalle menor de los acontecimientos más recientes ocurridos en Castle Rock (dadas las frecuentes coincidencias y las preocupantes analogías que encuentro con el devenir de los días, he elegido rebautizar con este nombre a mi nuevo lugar en el mapa, incluso con la esperanza de que me depare la misma inspiración y casi el mismo ingreso monetario que a Stephen King).
Pero lo cierto es que tras una semana verdaderamente difícil cambié de opinión. (Le imploro a mi público enunciatario que no haga textual la interpretación de estas palabras y comience a planificar llamados de larga distancia para procurar enterarse cuál ha sido el infortunio que me ha motivado a mencionar la palabra "difícil". No ha pasado nada grave para sus vidas, simplemente una sucesión de momentos difíciles en la mía, poco trascedentes pero bastante significantes en mi vulnerable autoestima).

Sigamos.
Ayer me di cuenta que me había ido a vivir a otro país.
Una serie de animadas despedidas y un pasaporte sellado me habían anticipado esta cuestión. Sin embargo no había dimensionado el asunto hasta el día de ayer, cuando al hablar con mi contraparte afectiva acerca de mi próximo viaje a Argentina, mencionó el condicionante de que no podría ir más que quince o veinte días.
-¿Pero por quee???
-porqué acá tenés que seguir trabajando. ¿Cuántas vacaciones te pensás que tiene la gente?

Claro. Ahí entendí la pequeña variación semántica que me había estado engañando todo este tiempo: Yo no me iba a Argentina. Yo me iba de vacaciones a Argentina.
Y si yo me iba de vacaciones a Argentina, era en definitiva porque estoy viviendo en España. Viviendo...
Yo ya no vivo más donde vivía.
No vivo más como vivía...



Cuesta aterrizar.
Ayer me comí la primera frenada y me di cuenta que ahora tengo otra vida.


Nota: Dedicado a mi hermano, que dice encontrar en mi escritura el uso de demasiados adjetivos. A vos, te digo una cosa: me encanta empalagarme con adjetivos banales, insulsos, innecesaria, ridícula y pretenciosamente utilizados.

5 comentarios:

  1. Yo, en cambio, veo un exceso de adverbios... ;-)

    Marinita querida, no nos prives de las trompadas que te da la vida, no seas tan mezquina con la información, queremos saber todas y cada una de las anécdotas que te suceden. Y además nos merecemos ser testigos de tus pequeñas desgracias cotidianas, o acaso quienes te creés que te vamos a festejar cuando ganes tus premios internacionales y seas reconocida por la elite intelectual mundial.... eh?

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  2. Que te pones oscura mujer, cuando quieres eh?
    Si, por favor no omitas los detlles.
    Te mando un toqueteo de pies.
    Beso

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  4. ahora sí:
    La recomendó ca. Buena recomendación. A mi me gustan mucho los adjetivos y por ese motivo mi escritura es siempre barroca. Una pena tremenda para quien no aspira más en la vida que ser clásica.

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  5. Llegué por recomenadación Ca. y valio la pena.

    Coincido plenamente con ese análisis de sobre la docena de "niños rodeados de cuarentones padres primerizos, octagenarios abuelos y patéticos y solterones tíos". Creo que te voy a citar en mi blog y todo.

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