martes, marzo 27, 2007

Mi criptonita

Luego de que por enésima vez, un famoso se paseara impúdicamente por delante de mis ignotos y desconcertados ojos, debo asumir con total honestidad y sincera desdicha que soy una desdentada viviendo dentro de una panadería de bollitos calientes.
Paradójicamente, en mi gran Buenos Aires (mejor dicho, en el Gran Buenos Aires) yo era de esas chicas con dientes filosos, pero sin un Dios que me diera aunque sea un mísero miñoncito.
Para que negarlo... hoy les pienso hablar sin el menor tapujo: ni el más mínimo aire intelectualoide que unas gafas, un libro en la mano o un capuchino en mi mesa intentaban conferirme, podía negar el hecho de que soy una verdadera cholula.
Si pudiera, miraría el programa de Rial sólo como antesala al de la Canosa, escucharía a Polino todos los sábados por Radio 10 y leería todas las revistas Pronto editadas hasta la fecha.
El que me conoce sabe que uno de los mayores hitos en mi vida ha sido cruzarme a Susana Gimenez por la calle. Y sin embargo, parte de mi grandeza espiritual reside en que soy igual de democrática, pues también me emociono si el mago Emmanuel se sienta en la mesa de al lado o si Beatriz Salomón decide convertirse en mi vecina de carpa en la playa.
En mi antigua vida, allá en el campo suburbano de Haedo, se hacía muy difícil dar con un famoso de antología. Los habitantes locales apenas podíamos emocinarnos con un Rousellot postmenemista que pasaba caminando totalmente derrotado por alguna esquina, intentando imponer su corrupta sonrisa al estafado vecino moronense.
En general, mi momento de gloria se limitaba a un viaje anual a la segunda de enero en la costa, en donde me exaltaba absurdamente si Adriana Aguirre o María Eugenia Ritó caminaban por la peatonal.
Sin embargo ahora que estoy en Madriz, tampoco puedo hacer una amortización eficiente de mi céntrico alquiler.
Desde mi balcón, en mi portal o en la esquina de una casa, extremadamente cercana a una Gran Vía atiborrada de teatros y focos de moda, se respira un concentrado aire de artistas. No obstante, yo siento que vivo con la nariz tapada.
El hecho es que no conozco a nadie. Tengo mi percepción debilitada y mi talento cazafamoso atrofiado.
Carezco del poder suficiente para reconocer y emocionarme con cualquier gran o pequeño artista. Ni siquiera soy capaz de reconocer a un ignoto participante del Gran Hermano 8, expulsado en la primera ronda y hasta dudo seriamente de mis capacidades para detectar a un Imanol Arias.
Desconozco la fauna y la farándula local y eso me pone un poco nerviosa, porque se que están ahí, esperando ser apelados por mi curiosa mirada.

2 comentarios:

  1. Anónimo2:45 a. m.

    tenes que mirar la tele, piba

    Que vimos al de La Casa de Tu Vida y a Parada, una especia de icono de tve1 que se peleo con Marujita y Sarita...

    Hace los deberes.

    M

    ResponderBorrar
  2. A solo 20 euros la foto con Salomón.


    Satisfacción garantizada.

    ResponderBorrar