El muelle de San Blas

Nota del autor:
No.
No.
Y no.
No estoy ni en Mallorca, ni cerca de Ibiza ni en la puta Costa del sol.
Yo vivo bien a la sombra. Dejen de mirar el Weather Channel y hablarme de sensaciones térmicas que desconozco. Agarren un mapa y ahí donde se piensan que puedo llegar a estar... bueno, suban la vista diez metros justo para el otro lado. Se van a dar cuenta que mi ubicación geográfica es bien arriba, inversamente proporcional a mi estado de ánimo y a mis expectativas de vida.
Por si no se comprende, estoy situada como en el culo del mundo pero más lejos y al revés.
Vivo en la tierra de los valles, las montañas y los ríos, la comarca de un atraso genuinamente rural aclimatado con prolongadas temporadas pluviales y altos niveles de suicidio.
Desconozco los efectos nocivos del exceso solar, la desfachatez exibicionista del topless y la fastidiosa rutina del cavado quincenal.
Suelo vestir un buzo polar y enredarme en una bufanda, fantaseando con la posibilidad de que tanta presión en mi cuello me asfixie al punto de darme un poco de calor. Y no creo ser una excéntrica que guste de andar todo el día contoneando mi cuerpo amarrada a un paragüas sólo para evocar un aire londinense que no tengo ni tendré hasta que no me pueda comprar algún tapadito de Burberrys.

Pues nada.
Una vez aclarado el tema, les doy la bienvenida a mi mundo.