martes, agosto 08, 2006

Estoy en llamas

Al pirómano mercenario inconsciente hijo de remilputas que anda prendiendo fuego a diez kilómetros de mi sofá, mi placard, mi cocina, mi baño y mis cortinas tengo unas cuantas cosas para comentarle:

-Me pase toda la noche respirando humo. No me gustó. Y no sólo porque mis pulmones estaban a punto de devenir asmáticos, sino porque, cual deja vú olfático, rememoré mis antiguas y tortuosas épocas de campista a la orilla de un río podrido en Baradero, con el señor Leo Matioli musicalizando la velada y millones de mosquitos abusando de mi inoperante sangre.

-El color natural de mis ojos ha desaparecido gracias a una permantente irritación que no para de irradiar un extraño color rojizo. En estos momentos agradezco la distancia que me separa de mi madre, pues si me viera, invocaría enseguida una reunión familiar para decidir el tratamiento más recomendable que me ayudara a salir de mi adicción a la marihuana.

-Hace dos días que miro al cielo y sólo veo una nube de humo cubriendo mi superficie visual. No les exagero si les digo que parce el Armageddon y sinceramente me da mucho miedo porque me acuerdo de esa patética película y me horrorizo con sólo especular con que Bruce Willis o Ben Affleck bajen de un avión militar a parar el fuego.

-Naturalmente, de la premisa anterior se desprende el hecho de que hace dos días no logro broncear mi trabajado y escultural físico con el color tostado que caracteriza a mis veranos.

-Mi patio está lleno de cenizas y ramas calcinadas. Está muy sucio. Y eso me irrita porque ya no tengo excusas para posponer una limpieza con la que vengo especulando desde el día en que lo conocí.

-Mi contraparte afectiva se encuentra un poco entusiasta, pues ha decidido que quiere aprovechar la situación y hacer efectiva la posibilidad de un asadito camuflado en el patio.

-Mi pelo y mi ropa huelen a humo. Me falta una servilleta blanca y ya me puedo parar al costado de la ruta a movilizar a hambrientos turistas para que entren a la "Parrilla de Coco".

-Finalmente, mi promotor de seguros no me ha dejado del todo claro si cuento en mi póliza con alguna cláusula que me garantice que en caso de que el bendito fuego termine de bajar a la ciudad y mi living se convierta en un pollo al espiedo, yo pueda ir al día siguiente a cobrar a alguna ventanilla los miles de euros que me corresponden por los daños ocasionados.

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